Entre la marea y el aire, entre la espuma y el tallo, nace un diálogo silencioso.
Las obras de Ulrike Schmelter y Yanina Voró se encuentran en un territorio donde el agua y la flor respiran al mismo ritmo: movimientos que se expanden, formas que se disuelven, fragilidades que se transforman en fuerza.
En las pinturas, el mar se convierte en lenguaje: abstracto, profundo, cambiante, mientras la flor se eleva más allá de su forma, suspendida en un instante que vibra entre la vida y la memoria.
Ambas miradas se entrelazan como olas y pétalos en la búsqueda de armonía entre el movimiento y la quietud, entre lo orgánico y lo etéreo.